Hasta que llegó mi hermano y el primer nos fuimos al centro de Nagoya no me di cuenta de que en la acera hay símbolos de prohibido fumar. Como os imanáis tampoco fue una revelación por el mero hecho de estar cerca de un fumador sino una consecuencia de la multa correspondiente por fumar donde no está permitido. Eso después de que mi hermano comprara como uno de sus primeros suvenirs de Japón un cenicero portátil. En esos momentos solo nos pareció gracioso, pero poco después comprendimos el porqué de estos artículos de fumador.
En fin, buen estreno. A partir de entonces y hasta que mi hermano abandonó el país la paranoia me invadió y allí dónde íbamos lo primero era buscar el lugar adecuado donde fumar.